miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las instituciones y el deporte

Es posible que con este artículo pueda herir la sensibilidad de muchos representantes o dirigentes de clubes deportivos de la provincia, si es así, nada más lejos de mi intención, pero la idea sobre la que voy a tratar lleva rondándome la cabeza durante varios días y quería comentarla con vosotros.

Como se puede observar en el título, el tema que hoy me va a ocupar y con el que quiero haceros reflexionar no es otro que la actual relación que existe entre las instituciones o administraciones públicas y los clubes deportivos, especialmente con aquellos que consideramos de primer nivel y que están enclavados en los, desde mi punto de vista mal denominados, deportes mayoritarios.

Dentro de la vasta lista de obligaciones que establecen las diferentes reglas legales en base a las que se rigen las entidades públicas, siempre hay un sitio, sea preferente o no, para el fomento del deporte entre la población. Hasta ahi todo perfecto. Porque es más que necesario, sobre todo en los tiempos que corren en los que el sedentarismo se ha hecho fuerte dentro de la rutina diaria de la gran mayoría de la población, que alguien fomente en la ciudadanía hábitos de vida saludable y si puede ser desde su más tierna infancia, todavía mejor ya que en la actualidad nuestros chavales prefieren quedarse en casa navegando por la red o jugando a su video consola de última generación que bajar a la calle a jugar a cualquier cosa con los amigos.

El problema llega cuando nos adentramos en el proceloso asunto de las jugosas subvenciones que la administración, sea al nivel que sea -municipal, provincial, regional e incluso nacional-, reparte de forma discrecional y sin mucho fundamento ético, e incluso me atrevería a decir normativo. Y esto es así porque, al menos desde mi punto de vista, no me parece de recibo que en muchos casos estas aportaciones sean la principal fuente de ingresos de un club. Bien que ayuden, como no, pero no puede ser que siempre tengan que ser ayuntamientos y diputaciones, por citar un ejemplo, los que saquen las castañas del fuego a clubes en situaciones críticas provocadas única y exclusivamente por sus malas gestiones.

Llegados a este punto alguno podrá decirme, a tenor de lo que escribí ayer, que el Palencia Baloncesto, al que me referí como dechado de virtudes, dependió directamente de la buena voluntad de la Diputación Provincial durante dos años, efectivamente, toda la razón. Pero no es menos cierto que tras esa mala época, la directiva supo resolver la situación, encontró su propio patrocinador -Faymasa- y, tanto la temporada pasada como la actual, disputa la Adecco Oro gracias, en primer y más importante lugar, a que sus directivos han avalado con sus propiedades la nada desdeñable cantidad de 218.000 euros.

Volviendo a la raíz del problema, no sólo me parece denunciable el elevado importe destinado a estos menesteres, también el que se hagan, en la mayoría de los casos a fondo perdido. En mi vida profesional he visto muchas firmas de convenios de colaboración y, leyendo las bases legales de los mismos, he sentido verdadera indignación.

Esto ha sido así porque esas cantidades estaban sujetas a contraprestaciones que a ciencia cierta sabía que no se cumplían ya en el momento mismo de la firma o que directamente no se iban a cumplir. Un ejemplo es la manida epxresión 'ayuda al deporte base'. En todos los convenios figura y si bien hay clubes que de verdad lo utilizan para difundir y fomentar su disciplina -Balonmano Palencia Femenino-, hay otros, y siento referirme al Club de Fútbol Palencia, que se han beneficiado de ella sin tener cantera -ahora por suerte la tiene- o tan sólo con un equipo, utilizándola por tanto para cuadrar las cuentas del primer equipo o pagar alguna deuda.

Creo que para evitar que nos sigan engañando con el chocolate del loro a los contribuyentes, que al fin y al cabo somos los paganos de esos dispendios, las ayudas debían someterse a un reglamento objetivo en el que cada club se llevara lo que le corresponde en base a número de socios, categoría, número de equipos en la cantera, actividades de difusión... por ejemplo, así nadie jugaría al despiste y, como sucede desde hace un par de años con los Planes Provinciales de la Diputación, cada club sabría exactamente con la cantidad con la que podía contar y, si quisiera aspirar a más por los motivos que sean, también tendría a su disposición las herramientas para lograrlo.

En definitiva esta es una propuesta de solución, seguramente habrá más y posiblemente muchas sean más justas, éticas, legales o acertadas, pero de lo que quiero que quede constancia, y creo que habrá quien coincida conmigo, es que este sistema no puede seguir así y todavía menos en los tiempos que corren, en los que quien más quien menos se ha visto obligado a ajustarse el cinturón.

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